Y SE AGUÓ LA FERIA
“El alcalde de Cartagena socorre con comida, albergue y ropas a los náufragos junto a los cuales ha permanecido toda la noche en el cabo de Palos con el secretario del Ayuntamiento, los médicos y el canciller del Consulado Italiano.
A la una ha llegado el remolcador de las obras del puerto con más náufragos que serán conducidos, como lo fueron los anteriores, al Teatro Circo por cuenta del Ayuntamiento.
La colonia veraniega del cabo de Palos ha socorrido con ropas y comidas a los náufragos. El ex ministro Sr. Lacierva tiene la casa completamente llena de ellos y personalmente los atiende y cuida de los enfermos. Se ha constituido una comisión para recaudar fondos con destino a los supervivientes. Llegan a todo momento náufragos salvados y a todos atiende el Ayuntamiento. Los náufragos están llenos de aflicción pues contado es el que no tiene que llorar la pérdida de un ser querido. Los tripulantes del Vicente Lacomba socorrieron a los náufragos con ropa y comida. Fueron recibidos en el muelle por el capitán general del departamento, el juez de instrucción y la Guardia Civil y Municipal. El público presenciaba el paso de los náufragos con grandes muestras de compasión. Las señoras lloraban. Casi todos estaban desfallecidos. En el Ayuntamiento, por de pronto, se les dio pan y café. Algunos han sido curados de leves contusiones por el médico mayor de la Armada D. Salvador Sánchez y los civiles Cuesta y Avilés.
Un remolcador trajo esta tarde más náufragos que se habían quedado en el Arsenal. Vienen muy agradecidos al vecindario del cabo de Palos.”
Diario de Cádiz. 5 de agosto de 1906. Sobre las seis de la tarde del sábado llegaron a la ciudad de Cartagena las primeras noticias sobre el naufragio. Un telegrama informaba que un trasatlántico de nacionalidad italiana, que conducía pasajeros, había embarrancado yéndose a pique en los bajos de las islas Hormigas.
La noticia fue en principio acogida con relativa tranquilidad debido a la hora en que se produjo el suceso, el buen tiempo y la proximidad de la costa, tres millas, distancia que muchas personas de Cabo de Palos solían salvar a nado.
A las siete de la tarde partieron desde Cartagena en dirección a las Hormigas un remolcador del Arsenal, al mando del Segundo Comandante de Marina de Cartagena, y otro remolcador de Obras del Puerto de la ciudad. A las diez y media de la noche salió de Cartagena un tren especial en el que viajaban el alcalde de Cartagena, Rafael Cañete, el juez municipal, Ramón Cañete, hermano del alcalde, el Coronel Jefe de Carabineros, Francisco Moltó; el Jefe de la Comandancia, Víctor García; el Teniente Coronel de la Guardia Civil, Emilio Ruiz; los médicos Francisco Pescador y José Torrecilla; y otro buen número de personas de la Administración Municipal y de la Marina.
A esta hora habían empezado a llegar a la ciudad noticias ciertamente trágicas sobre el naufragio, y podría decirse que la ciudad entera, que se encontraba en plena celebración de su Feria, se reunió en el muelle de Cartagena en espera de la llegada de los náufragos. Próxima la una de la madrugada arribó en el puerto el laúd de pesca Vicente Lacomba patroneado por Agustín Antolino. Traía a más de cien náufragos del Sirio. Allí permaneció la muchedumbre durante las tres horas que tardaron los formalismos oficiales y comenzaron a desembarcar los náufragos. Sobre la cubierta del laúd pesquero aparecían hacinados niños, mujeres y hombres. Junto a ellos, tapados por una lona, se encontraban los cadáveres de dos niños pequeños.
Entre los náufragos se vivieron momentos de auténtico dolor. Fueron varios los que, impresionados por la terrible aventura o por la pérdida de sus seres queridos, llegaron al extremo de enloquecer. Uno de los pobres náufragos, un hombre, no cesaba de relatar una y otra vez cómo su esposa y sus seis hijos desaparecían entre las olas sin que él pudiese hacer nada por remediarlo.
En el Hospital de Caridad de Cartagena fueron ingresadas quince personas - siete hombres, seis mujeres y dos niños - aquejadas de heridas y contusiones múltiples. Una de las mujeres había caído en una profunda desesperación tras haber perdido a su marido y a sus cuatro hijos.
Un náufrago austríaco llamado Felipe Celler hizo público, en su nombre y en el de sus compañeros de infortunio, el sincero agradecimiento a los vecinos de Cabo de Palos y de Cartagena por el trato y las atenciones que estaba recibiendo de ellos. El martes día 7, tres días después de producirse el encallamiento del Sirio, el diario EL ECO publicó una carta de agradecimiento firmada por Apolonio Martínez y Esteban Solé, en nombre de varios supervivientes argentinos.
"Al Señor Director de EL ECO DE CARTAGENA
Muy señor nuestro:
Con motivo del naufragio del vapor Sirio, unos cuantos supervivientes argentinos desearíamos haga constar en las columnas del periódico de su digna dirección las gracias más expresadas sobre la fraternidad con que nos han tratado.
Damos las gracias anticipadas y saludamos respetuosamente los súbditos argentinos Q.S.M.B.
Apolonio Martínez y Esteban Solé." La Casa de Misericordia acogió a la más joven de todos los náufragos, una niñita de dos años que perdió a sus padres en el mar. Allí fue educada y alimentada hasta que se hizo mayor. La mayoría de los náufragos supervivientes fue llevada al Ayuntamiento, donde se le proporcionó ropa y comida; otros fueron recogidos en posadas y en casas particulares. La mañana del domingo día 5 de agosto Cartagena era un hervidero de gentes que aguardaban la llegada de náufragos o alguna nueva sobre el suceso, dispuestos todos a colaborar de la mejor forma posible en el socorro de las víctimas. A las once de la mañana entró remolcado en el Arsenal de la ciudad el laúd Joven Miguel, conducido por Vicente Buigues, que llevaba cerca de un centenar de personas supervivientes del naufragio. Durante toda aquella mañana del domingo fueron llegando náufragos y más náufragos, tanto por tierra como por mar, mientras otros eran conducidos a Alicante.
El empresario del Teatro Circo, Andrés García, puso sus locales a disposición de los náufragos y allí fue donde gran número de ellos se albergó en un principio. Hasta el teatro llegaron miles de personas que ofrecieron a los desdichados su casa, su ropa, su comida y su dinero, e intentaron consolarlos por las pérdidas de sus familiares.
Entre los supervivientes llegados a Cartagena se encontraban los directores de orquesta, maestros Hermoso y Eberna; el tenor de ópera catalán Maristany; el arzobispo del Pará (Brasil), Monseñor José Marcondes Homen de Mello; el secretario del obispo de Sao Paulo (Brasil), Padre Manuel Viñeta; y muchísimos personajes anónimos, pobres la mayoría de ellos, que perdieron en el naufragio todos sus bienes, sus ilusiones de prosperidad y, lo que fue mucho peor, a algunos de sus seres queridos.
TEATRO CIRCO
El empresario del Teatro Circo, Andrés García, puso sus locales a disposición de los náufragos y allí fue donde gran número de ellos se albergó en un principio.
Hasta el teatro llegaron miles de personas que ofrecieron a los desdichados su casa, su ropa, su comida y su dinero, e intentaron consolarlos por las pérdidas de sus familiares.
El Teatro Circo había sido inaugurado el 31 de mayo del año 1879 en la entonces llamada Plaza de las Maromas y que más tarde se denominó Plaza de las Flores.
El teatro estaba sostenido por cuarenta y dos columnas, decoradas con estilo árabe, y de sus techos colgaban tres grandes lámparas. En el exterior, sus amplios jardines acogían fiestas y proyecciones de películas en verano.
El Teatro Circo fue derribado en el año 1968 para construir el actual Nuevo Teatro Circo.
CARTAGENA SE MOVILIZA
La misma tarde que se produjo el siniestro del Sirio y nada más conocerse la noticia en Cartagena se creó en esta ciudad una Comisión de Ayuda a los Náufragos que se encargó a partir de ese momento de recoger los donativos y organizar los distintos actos de ayuda a los siniestrados.
Se abrió una suscripción para arbitrar recursos, que llegó a recaudar más de 10.000 pesetas.
La Tienda Asilo de San Pedro se encargó se servir alimentos a todos los náufragos que los necesitaron. El Capitán General del Departamento proporcionó 300 camas completas de la Marinería, que fueron instaladas en la Nueva Casa Consistorial, donde la primera noche pernoctaron la mayoría de los náufragos supervivientes.
Los tres cines instalados en el muelle de Alfonso XII con motivo de la Feria realizaron funciones a beneficio de los siniestrados. El torero Bienvenida celebró una corrida en Cartagena el día 6 de agosto y cedió a las víctimas el importe completo de sus ganancias. Asó lo prometió en sus declaraciones a la prensa. “Todo cuanto yo gane esta tarde es para esos infelices náufragos, y si para socorro de ellos se organiza alguna corrida, contad con mi desinteresado concurso.” La ciudad agradeció al diestro su generosidad con una medalla de oro de la Virgen de la Caridad adornada con brillantes y rubíes y en cuyo dorso se leía la inscripción: “Cartagena a Bienvenida. Gratitud. 5 de agosto de 1906.” “Entraré en Sevilla con la medalla puesta para que la vean enseguida mi madre y mis hermanos, y además, prometo llevarla toda la vida.”
La superiora del Asilo de San Miguel entregó gran cantidad de trajes y ropas blancas. Hubo numerosas donaciones a la Tienda Asilo de San Pedro.
El Gobierno creó una Junta de Socorros que sería presidida por el Capitán General del Departamento, Marqués de Pilares, y de la que formaron parte, entre otros, el obispo de Cartagena, Vicente Salgado; el Gobernador Civil de la Provincia, La Rosa; el Gobernador Militar, García Aldana; y el alcalde Rafael Cañete.
El maestro cartagenero de billar Juan José Álvarez celebró una sesión sobre teoría y práctica del juego de billar en el Casino. Lo que se recaudó fue para ayudar a los náufragos. El tenor Maristani ofreció un concierto el día 10 en el pabellón de la Feria. El doctor França visitó el día 12 la Casa de Misericordia para repartir limosnas entre los náufragos que allí se recogieron y entre los demás asilados.
En el muelle de la Curra se instaló un almacén para guardar los efectos salvados del Sirio: ropas, objetos, telas, cartas...
LA TIENDA ASILO DE SAN PEDRO
"Los sres. D.H.G. Ridgway, D. Miguel Doggio y D. Carlos Montaner entregaron anteayer a la Tienda Asilo de San Pedro dos carneros de peso de veintiséis kilos en junto, cinco arrobas de vino y ciento once kilogramos de manzanas y melocotones, para aplicarlos a las comidas que en dicho benéfico establecimiento se han dado a los náufragos del vapor Sirio."
EL ECO DE CARTAGENA. 9 de agosto 1906.
Construida en el año 1895 con el fin de prestar socorro en forma de comida y asilo a las personas necesitadas, la Tienda Asilo de San Pedro fue la encargada de servir alimento a los náufragos del Sirio.
El domingo día 5 de agosto fueron servidas "250 raciones de cocido, guisado de carne, pan, vino y postres", según la información facilitada aquel día a los periodistas locales. La mayoría de los náufragos pernoctó esa noche en los salones de la Casa Consistorial, en las 300 camas instaladas por la Capitanía Marítima.
La Tienda Asilo de San Pedro proporcionaba a los supervivientes del naufragio tres servicios diarios con una media de 350 raciones.
Cuenta el diario cartagenero El Eco la curiosa anécdota de un náufrago que no pareció quedar muy satisfecho con el menú servido a la hora del desayuno y que consistía en café con leche, pan y manteca: "Los más ricos se presentan humildes y agradecidos; pero hay algunos - en el campo más florido crecen cardos -, exigentes y provocadores, a los cuales, para no castigarles cumplidamente, hay que hacer esfuerzos titánicos. Esta mañana hubo uno que al servírsele el café pidió que se lo dieran helado..."
La Tienda Asilo de San Pedro debe su nacimiento a la iniciativa de un rico comerciante cartagenero, Pedro Conesa, quien decidió montar una cocinilla en los bajos de su casa de la calle del Conducto con el objetivo de dar de comer diariamente a cien necesitados.
Posteriormente se realizó en la ciudad una amplia campaña para la creación de la Tienda Asilo y ésta llegó a inaugurarse en la misma calle del Conducto.
Más tarde, el Ayuntamiento cedería un edificio en la calle Real, frente al monumento a los Héroes de Cavite - edificio de las Carnicerías -, en la recién inaugurada plaza de José María Artés, antes de las Verduras o Carnicerías
Manuel López Paredes. "Cartagena 1900"