CARLOS EGIO/MURCIA
«Los gritos de dolor, las imprecaciones, las voces angustiadas que pedían socorro, se confundían con el ruido estridente de la embarcación náufraga, que tambaleándose entre los escollos en que estaba sujeta se tumbó de babor, no presentando a la superficie más que la parte de proa, viéndose también el puente y las dos chimeneas». Esta descripción, que perfectamente podría achacarse al hundimiento del Titanic, fue publicada el 6 de agosto de 1906 en el diario El Mediterráneo de Cartagena y narra una escena del naufragio del buque Sirius frente a las costas de Cabo de Palos.
Aniversario de una tragedia
El viernes se cumplirán cien años de este naufragio, que bien podría calificarse como el Titanic español, en él perdieron la vida más de 200 personas. Para conmemorar este trágico aniversario y rendir homenaje póstumo a las víctimas, sus familiares y las personas que intervinieron en el salvamento, el CIMAS -Club de Investigación Murciano de Actividades Subacuáticas- oficiará una ceremonia con ofrenda de flores. Ese mismo día, un equipo de buceadores colocará una placa conmemorativa en el pecio y se visualizará un documental filmado por la productora de televisión Cuarto Creciente, en colaboración con el CIMAS, para Televisión Española. Y con la filmación y el material fotográfico obtenido ese día, se montará una exposición permanente en Cabo de Palos.
Aún hoy existe un gran desconocimiento acerca de las causas reales del naufragio. El vapor italiano Sirius, que unía Génova con Brasil y Argentina, realizaba la ruta con regularidad y la cartografía de la época recogía perfectamente el Bajo de Fuera, lugar en el que se produjo el choque y encalladura. Aquella tarde del 4 de agosto, el mar estaba en calma. El Ministerio de la Marina italiano, en un principio, achacó el accidente a un error de quien en esos momentos pilotaba el buque. Por otro lado, algunos investigadores relacionan el accidente con la desaparición de la caja fuerte del barco. Sin embargo, la causa más probable -la que dedujo la comisión de investigación italiana que analizó el caso en su momento- es la aproximación temeraria del buque a la costa para recoger clandestinamente a emigrantes españoles sin pasaje.
El naufragio sucedió en una época, los primeros años del siglo XX, en que miles de habitantes de las ciudades europeas -cuyos sueldos apenas les servían para cubrir la necesidad de alimento diario- decidían probar suerte en el continente americano, dejando atrás la mayoría de sus posesiones y sus recuerdos. Muchos ciudadanos no podían permitirse una plaza en un barco y debían recurrir a viajar sin billete a un precio menor que el oficial, «a beneficio del capitán y los demás tripulantes». Es por eso que nunca podrá conocerse con exactitud la cantidad exacta de pasajeros que viajaban en el Sirius. Y más, teniendo en cuenta que cuatro niños contaban como un pasajero.
En el momento del accidente, el capitán y los oficiales abandonaron la embarcación a su suerte; sólo permaneció en la nave el segundo piloto. Al poco tiempo, las calderas estallaron. En el barco se vivieron escenas de pánico y violencia, «peleábanse entre sí hombres y mujeres por los salvavidas; pero, cómo: a patadas y puñetazos limpios, con uñas y con dientes», declaraba un joven argentino al diario El Eco hace ya un siglo.
Solidaridad local
El rescate de los supervivientes fue posible gracias a los pescadores de la zona: «Los cartageneros hermanos Bohigues, Vicente y Bautista, junto a Agustín Antolino, que arriesgaron de forma temeraria sus vidas y el medio de subsistencia de sus familias, como así lo atestigua la concesión de la Cruz Roja del Mérito Naval de su Majestad el Rey don Alfonso XIII», según el CIMAS.
Un barco de pasajeros presenció el naufragio, el Marie Louise, nave francesa que hacía el trayecto entre Alicante y Orán. El buque galo, tras auxiliar a 29 personas, partió. Los rescatados fueron atendidos en Cabo de Palos y trasladados hasta Cartagena.
Actualmente, el pecio del Sirius, ajeno a su triste historia, es un importante punto de referencia en la Reserva Marina de Cabo de Palos-Islas Hormigas y alberga una importante comunidad faunística. Para bucear en este lugar hace falta mucha experiencia y buen material. En los alrededores, se pueden encontrar grandes bancos de lechas, dentones, barracudas o atunes, junto con tortugas, grandes meros o peces luna. El buceo autónomo requiere autorización.
FOTO: ENTRE PECES. El Sirius es lugar de referencia en la Reserva Marina de Cabo de Palos-Islas Hormigas, en la imagen, los candeleros (una especie de balaustrada). /GINÉS GALINDO
MÁS INFORMACIÓN I Los apuntes históricos incluidos en este reportaje han sido obtenidos de El naufragio del Sirio, de Ángel Rojas Penalva.
*La Verdad de Murcia. Miércoles, 2 de agosto de 2006