EL ARZOBISPO DE PARÁ
Entre los supervivientes de la catástrofe destacó en su momento, por su cargo eclesiástico y su intensa participación en los oficios religiosos que se celebraron para las víctimas, el Arzobispo de Pará - Estado del Noreste de Brasil -, Monseñor José Marcondes.
El arzobispo fue alojado junto a un compatriota superviviente, secretario del fallecido obispo de Sao Paulo, en casa del director del Asilo de la Purísima, el sacerdote don Joaquín Catá.
Como ya se ha dicho, el prelado participó en cuantas celebraciones se oficiaron en Cartagena, incluso en la vecina La Unión. Durante su estancia en Cartagena visitó a los enfermos del Santo Hospital de Caridad.
El arzobispo sólo tuvo palabras de agradecimiento hacia los sentimientos caritativos del pueblo: "Jamás olvidaré a la noble y hospitalaria ciudad de Cartagena, que tan espléndidamente practica la virtud de la Caridad". (EL ECO DE CARTAGENA)
LOLA MILLANES
El célebre compositor maestro Hermoso, uno de los supervivientes llegados a la ciudad de Cartagena, contó que en el momento del naufragio se encontraba junto a la popular tiple cómica Lola Millanes, que viajaba hacia Buenos Aires para unirse la compañía del no menos célebre barítono Aristi.
Cuando la situación a bordo del Sirio se hacía más insostenible, Lola Millanes suplicó al maestro Hermoso que le diera un revólver "para abreviar con el suicidio la lenta pero inevitable agonía".
El sábado 11 de agosto se conocía la noticia del saqueo del Sirio:
"Del equipaje de la tiple Lola Milanés, que era magnífico, sólo resta un sombrero, una polvera y dos peinecillos. Las alhajas, los mantones de Manila, los ricos encajes, cuanto consiguió reunir con el producto de su trabajo en su larga vida artística, todo se los han llevado las manos criminales, quedando como prueba innegable del latrocinio, los cabás abiertos, las maletas rotas a hachazos, los cofres fracturados..."
El miércoles 22 de agosto el diario El Eco publicaba la noticia de la aparición en la costa alicantina, en Torrevieja, del cadáver de "una mujer de contestura fina y elegante, blusa oscura de seda con líneas blancas y moradas, y encajes, cubriéndose de punto blanco y camisa blanca con encajes y las iniciales bordadas D.M. enlazadas".
Durante los días y semanas que siguieron a la tarde del naufragio, la mar fue escupiendo sobre distintas partes de la costa cadáveres y todo tipo de objetos pertenecientes a los pasajeros, tripulantes y a la propia embarcación del Sirio. Otros pudieron ser recuperados entre los restos del navío, en la zona del naufragio. Así, apareció un día un cofre ocupado en casi su totalidad por ropa de teatro, trajes, "dos mantones de Manila, uno negro bordado en colores y otro color tabaco bordado en blanco; cinco sombrillas de lujo, varias faldas de seda y de terciopelo; zapatos, algunos vestidos de caprichos y muchas cintas y lazos". El cofre contenía también fotografías, cartas personales y otros objetos pertenecientes a la tiple, "todo lo cual fue de nuevo arrojado al mar, por el mal olor que despedía".
EL OBISPO DE SAO PAULO
lustre náufrago del vapor Sirio fue el Obispo de Sao Paulo, Monseñor José de Camargo, cuya muerte, tras bendecir a varios pasajeros y ceder su salvavidas a un joven estudiante, se narra en boca de éste en otro capítulo. Junto al obispo viajaba su secretario, el padre Manuel Viñeta, que fue rescatado por una embarcación de Cabo de Palos.
El 21 de septiembre de 1906, mes y medio después del naufragio, aparecía el cadáver del obispo en las costas de Argelia. Así dio cuenta El Eco del suceso:
"Telegrafían de París que cerca de Mez Er Kebir ha aparecido flotando en las aguas el cadáver de un sacerdote cuya sotana tiene vivos morados".
EL DOCTOR FRANÇA
istinguido pasajero del vapor Sirio fue también el Dr. D. Eduardo França. Este insigne médico brasileño viajaba de regreso a Río de Janeiro junto a su esposa y a su hija Julia, joven que, a tenor de las informaciones de la época, debió destacar por su belleza: "La hija es una angelical criatura de 14 años, más bella que un amanecer divino, de una esbeltez y elegancia suprema".(EL ECO).
El doctor França había participado en la Exposición de Milán donde instaló una sección de productos químicos, muy elogiada en su época, pero que desapareció por completo en un terrible incendio que redujo a cenizas gran parte de las instalaciones de la exposición.
De regreso de Milán, embarcó en el Sirio en el puerto de Génova junto a su mujer y a su hija.
Cuando la noche del 4 al 5 de agosto de 1906 la muchedumbre se agolpaba en los muelles del puerto de Cartagena para recibir al laúd Vicenta Lacomba, en la cubierta de este pequeño barco, junto a cadáveres y pedazos de carne humana, entre el griterío de mujeres, hombres y niños, el doctor França lloraba amargamente por la desaparición de su esposa y de su hija, a las que perdió de vista en la confusión de la tragedia.
Se encontraban éstas en la zona de popa. El nivel del agua subía cada segundo y la presencia de un vapor en las inmediaciones animó a madre e hija a lanzarse al agua agarradas a un salvavidas.
Horas después, el pescador de Cabo de Palos Bautista Buigues, patrón del Joven Vicente, recogía en su laúd de pesca y casi sin fuerzas a la hija y a la mujer del doctor junto a otras once personas. Todos fueron llevados a Cabo de Palos.
La mañana del domingo se producía el encuentro, así narrado la tarde del día siguiente por EL ECO de Cartagena:
"Familia interesante la constituyen el Dr. França, su señora y su hija. Él es una persona muy ilustrada y agradable por demás. Fue salvado por los tripulantes del laúd Vicenta Lacomba y conducido a Cartagena anteayer noche. Creía que tanto su mujer como su hija hubiesen perecido y tan grande era su dolor, que el que escribe estas líneas, aunque acostumbrado por razones del oficio, a presenciar muchos sufrimientos y muchas desgracias, lloró como un niño viéndolo a él derramar abundantes lágrimas y oyéndole clamar por los seres que le eran tan queridos.
La hija es una angelical criatura de 14 años, más bella que un amanecer divino, de una esbeltez y elegancia suprema.
Al encontrarse con su padre, a quién creía perdido para siempre, se desarrolló entre ambos una emocionante escena, que a todos cuantos la presenciaron hizo verter abundantísimas lágrimas."
El doctor França, su mujer y su hija fueron recogidos en casa del médico cartagenero Juan Solé, donde se hospedaron hasta el 17 de agosto, día en que partieron en tren hacia Lisboa, paso previo a su embarque hasta Río de Janeiro.
Durante su estancia en Cartagena, el doctor França colaboró en la atención a los heridos y enfermos y participó en cuantos actos tuvieron lugar en la ciudad, mostrándose en todo momento agradecido con los habitantes de Cartagena y especialmente con su colega Juan Solé.
Por su parte, el cuerpo médico de Cartagena obsequió al doctor França con un banquete en el restaurante del Balneario de San Bernardo.
"El distinguido médico del Brasil, Dr. França, salvado milagrosamente del naufragio, como igualmente su esposa y su bellísima hija, han regalado 500 pesetas al patrón Agustín Antolino, e igual cantidad a Bautista Buigues, a quien él y los suyos son deudores de la vida.
Al patrón Bautista Buigues le ha regalado además el reloj y la cadena de oro que él llevaba al ocurrir la catástrofe". EL ECO de Cartagena, 8 de agosto de 1906.
"Este ilustre doctor brasileño que está demostrando ser persona agradecida y de nobilísimos sentimientos, visitó ayer tarde nuestra Casa de Misericordia, repartiendo entre los asilados y los náufragos enfermos allí recogidos cuantiosas limosnas. Además, entregó a la Hermana Superiora 300 pesetas para que ella las emplee o distribuya a los desgraciados en la forma que considere más oportuna." (EL ECO de Cartagena, 13 de agosto de 1906.)
El día 5 de octubre de 1906 se recibió en Cartagena un telegrama de Río de Janeiro anunciando la feliz llegada del doctor França y su familia.
Salvadores
LISTA DE SALVADORES
Laúd JOVEN MIGUEL
Patrón: Vicente Buigues.
Tripulantes 4.
Salvadas 300 personas.
Cruz Roja del Mérito Naval.
Vicente Buigues fue quien "revolver en mano" organizó el salvamento. Llegó al puerto de Cartagena a las 11 de la mañana del domingo 5 de agosto con 100 náufragos. Al atracar su buque al Sirio realizó un acto de abnegación y heroicidad, pues hubiera sido muy normal que se hubiese ido a pique junto al Sirio. Además expuso su vida.
A Vicente Buigues se le impuso Medalla de Oro de la Sociedad de Salvamento de Náufragos, y a sus 4 tripulantes se les donó 200 pesetas.
Laúd JOVEN VICENTE
Patrón: Bautista Buigues.
Tripulantes: Marcos Buigues, Antonio Orts, José García y Ramón Belmonte.
Salvados 14. Entre ellos el Arzobispo de Pará, Monseñor José Marcondes; el director de la Sociedad Barcelonesa de Conciertos, Roberto Eberna; la señora y la hija del doctor França.
Cruz Roja del Mérito Naval.
Gran riesgo en el salvamento.
Medalla de Bronce de Salvamento de Náufragos.
30 pesetas a sus dos tripulantes.
Laúd VICENTA LACOMBA
Patrón: Agustín Antolino Alabán.
Salvados 132.
Cruz Roja del Mérito Naval.
Medalla de Plata de Salvamento para Antolino y 240 pesetas a sus 6 tripulantes.
Laúd CRISTO
Patrón José Salas Martínez, el Potro.
Tripulantes: Luis de la Orden, Miguel Vera, Francisco Martínez, Jaime Oliva y los chicos Pascual Parodis e Isidro de la Orden.
Salvados 15.
Prestó importantes servicios.
Medalla de Bronce y 25 pesetas a Ramón Parodis, y 105 pesetas a sus 7 tripulantes.
Laúd PEPE Y HERMANOS
Patrón Manuel Puga.
Tripulantes: Bartolomé Fuentes, Bartolomé Ruso, Antonio Puga y Martín Sánchez.
Salvados 39.
Medalla de Bronce y 25 pesetas al patrón y 60 pesetas a sus tripulantes.
Laúd SAN JOSÉ
Patrón Juan Valero Martínez.
Tripulantes: Andrés García y Justo Rojas.
Salvados 20.
Medalla de Bronce y 25 pesetas a Valero. 45 pesetas a los tripulantes.
Laúd NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES
Patrón Pedro Llorca.
Tripulantes: Isidoro Ibáñez y Francisco Vivancos.
Salvados 13.
Medalla de Bronce y 25 pesetas a Llorca y 30 pesetas a los tripulantes.
Laúd FRANCISCA
Patrón José Ruso Manzanares.
Tripulantes: Ramón Uzó, Francisco Soler y Francisco López.
Salvados 8.
Medalla de Bronce y 25 pesetas al patrón. 45 pesetas a los tripulantes.
Bote Salvavidas de la Estación de Cabo de Palos
Medalla de Bronce y 25 pesetas.
El farero de las Islas Hormigas, José Acosta, y su ayudante auxiliaron a más de cien personas que desembarcaron o llegaron a nado hasta allí.